TEODORO
[...] mas confieso que no entiendo
cómo puede ser que amor
venga a nacer de los celos,
pues que siempre fue su padre.
DIANA
Porque esta dama, sospecho
que se agradaba de ver
este galán, sin deseo,
y viéndole ya empleado
en otro amor, con los celos
vino a amar y a desear.
¿Puede ser?
TEODORO
Yo lo concedo;
mas ya esos celos, señora,
de algún principio nacieron,
y ese fue amor, que la causa
no nace de los efetos,
sino los efetos della.
DIANA
-No sé, Teodoro; esto siento
desta dama, pues me dijo
que nunca al tal caballero
tuvo más que inclinación,
y en viéndole amar, salieron
al camino de su honor
mil salteadores deseos,
que le han desnudado el alma
del honesto pensamiento
con que pensaba vivir.
"El perro del Hortelano" , Lope de Vega.
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